Coincide con la fecha del 7 de septiembre y comienza
con el disparo de gruesos palenques a las doce del mediodía y la
salida de un amplio grupo de cabezudos y gigantes, que a lo largo de las
horas siguientes y, hasta la hora de la comida, recorrerán acompañados
de todo el pueblo distintas calles de la villa, terminando en el puerto.
Tras esto los vecinos y vecinas nos reunimos en grupos y vamos a comer
juntos, tanto a los restaurantes de la localidad, que ese día ponen
un plato especial para el caso, o a las distintas casas. Con el final
de la comida y, al lado de la ermita de la Virgen, se reparten los llamados
"bollinos de Sixto", que desde siempre se dan
a los niños, las niñas y a los mayores. El día se
remata con una espléndida fiesta y verbena en el parque.